Utilizar un ingrediente probiótico es cada vez más popular y comercializable en la industria cosmética y de cuidado personal.
En los últimos años, la industria cosmética ha incrementado el número de productos catalogados como probióticos. Existen varias aplicaciones potenciales para los probióticos en productos para el cuidado personal, específicamente para el cuidado de la piel.
Para que un producto se considere probiótico, debe cumplir con tres características principales:
- La(s) cepa(s) debe(n) estar caracterizada(s), incluso genética y fenotípicamente, y debe proporcionarse una justificación basada en experimentos documentados publicados en artículos revisados por pares; para su inclusión para el uso previsto.
- El producto debe contener suficientes microorganismos vivos en el momento de su uso que sean equivalentes a cuando el producto demostró en estudios clínicos que confería un beneficio al sitio objetivo deseado.
- El método de administración, la dosis y la duración del uso deben basarse en evidencia científica en humanos si los destinatarios previstos son humanos.
La microencapsulación se utiliza para prolongar la vida útil y la viabilidad de los probióticos. Es principalmente para garantizar que los organismos resistan el entorno extremo del sistema digestivo, pero se ha utilizado en fórmulas tópicas. Más comúnmente, los microbios están incrustados en una matriz protectora de biopolímeros o lípidos.
Es un desafío para la industria cosmética crear fórmulas tópicas que retengan la viabilidad de las bacterias probióticas; desde la producción hasta la cadena de valor y hasta el consumidor.
Cosmético probiótico más eficaz gracias a un sistema de doble microencapsulación
El centro tecnológico AINIA ha desarrollado un ingrediente cosmético basado en el probiótico Lactobacillus, cuya viabilidad permanece inalterada, gracias a la aplicación de un sistema de doble microencapsulación que permite estabilizar el microrganismo probiótico, manteniéndolo vivo en el momento de la aplicación sobre la piel.
La primera capa de microencapsulación aplicada aporta la estabilidad y viabilidad al probiótico, mientras que la segunda capa lipídica, le aporta cierta protección del medio, permitiendo, además, su liberación de forma controlada en contacto con la piel, mediante la fricción y fusión por efecto de la temperatura.
“En cuanto a los materiales empleados para el recubrimiento, en la primera capa se ha utilizado una cobertura de carbohidratados. En la segunda, un recubrimiento lipídico, insoluble en medio acuoso, sólido, que se funde a temperaturas cercanas a las corporales y que consigue maximizar la viabilidad del microrganismo en el momento de aplicación“
Daniel Rivera, del departamento de nuevos productos y procesos de AINIA.
Además, se ha trabajado en seleccionar los sistemas de encapsulación que minimicen la pérdida de viabilidad durante el proceso de estabilización y microencapsulación. La primera etapa de encapsulación se ha tratado mediante secado por atomización (spray drying), mientras que en la segunda, a través de enfriamiento por atomización ( spray chilling, spray cooling o spray congealing).
Según indican desde la empresa, éstas dos tecnologías son fácilmente escalables a producciones industriales.
Probióticos, Prebióticos o Postbióticos ¿Cuál es su importancia en cosmética?
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